24 noviembre 2012


     




    Para los yonkis del plástico, de las formas  modernistas y le la cultura popular del siglo XX, las View Master y otros binoculares son verdaderos fetiches.  Y  aunque, en general en Europa y en particular en España, el coleccionismo y culto de estos objetos no alcanza ni de lejos la verdadera obsesión que  despierta entre sus seguidores americanos  (capaces de pagar precios impensables  en nuestro país por determinadas maquinas o sus fichas para proyectar popularmente conocidas como  “reels”), gracias a eBay y la red en general algunos hemos podido iniciarnos en estos productos, su producción, coleccionismo y apasionante historia.

     Aunque existen otros binoculares anteriores y marcas que trataron de hacerse con su cuota de mercado (como las francesas LESTRADE o ROMO, Las MARTE Y ARPA  españolas  fabricadas en los años cincuenta y sesenta  y muchas más marcas que proliferaron desde Japón a Bélgica, pasando por la antigua unión soviética como las 3diland, 3DIQ, 3Discover, Armme Stereoscope, Aussie Super Views, Beka Star 3D…), las View Master son sin duda las reinas, el icono más claro  y reconocible en lo que a este tipo de productos se refiere.  Pero ojo, me gustaría dejar bien claro que no son las únicas  y no dudéis en haceros con cualquier cosa de otras marcas (especialmente de las décadas de los cincuenta, sesenta y setenta).



     William Gruber era un emprendedor de Portland (Oregón) que compatibilizaba la 
fabricación de órganos con la fotografía. Esto último fue lo que dejó caer en sus manos un producto totalmente nuevo en 1935, la nueva película en color Kodachrome, con la que decidió actualizar una patente ya con solera, el estereoscopio  de Sir Charles Wheatstone (creado 1840; y es que sí, el 3D es así de viejo). Pues bueno, Gruber se asociaría con Harold Graves, un productor de tarjetas fotográficas, álbumes de recuerdo y otros productos publicitarios y promocionales, para comenzar a fabricar el modelo A que se presentaría en la Feria Mundial de Nueva York de 1939.

    Inicialmente la idea era presentarlo como una alternativa a las postales turísticas y así comenzó su distribución por papelerías, tiendas de regalo y fotografía. Los primeros carretes, con los que podías fliparlo en la tercera dimensión, eran sobre el Gran Cañón y las Cavernas de Carlsbad. Para 1950 la compañía ya contaba con su propia fábrica en Beaverton (Oregón) para construir el View-Master, aunque más adelante se fabricarían por todo el mundo. Especialmente buscados son los modelos franceses, belgas y (mucho ojito) los “Made in Spain”. En ese momento,  la compañía  estaba a punto de dar un golpe maestro que cambiaría la historia de la cultura popular norteamericana, la compra de en 1951 de Tru-Vue (principal competidor de View-Master). Además de cepillarse a la competencia, también se hacen con los derechos que ésta acababa de firmar con Disney y que terminarían explotando en beneficio de la marca en 1955 con la apertura de Disneyland y la fabricación de  millones de carretes sobre personajes Disney.

    La historia de View-Master está llena de continuas innovaciones y lanzamientos de nuevos productos a una velocidad de vértigo (para la época a la que nos referimos), tales como proyectores 2D, 3D y el lanzamiento de cámaras estéreo con película de 35 mm para que el público pudiera hacer sus propios carretes personales. En 1955 la compañía cambió a un diseño más moderno con la característica forma de ” V “ en la parte superior que servía para introducir los carretes, en el año 1958 llegan a incluir baterías en algunos de sus modelos para iluminar su interior y, posteriormente, en 1962 los modelos de baquelita fueron sustituidos por versiones de plástico. El primero de éstos fue el modelo G, innovación que supuso un paso de gigante para la compañía, máquinas más ligeras, modernas y acordes con la década que estaba a punto de comenzar.

    Muchos de los fanáticos de las View-Master nos iniciamos en ellas buscando objetos de colección y fetiches de personajes míticos de la televisión de los años sesenta, series de dibujos, ciencia ficción y cosas así. No en vano, en 1966, después de que la compañía fuese adquirida por la General Aniline & Film Corporation (GAF), la marca trataría de acercarse más a los niños con la creación de algunos de sus carretes mas míticos, como lo fueron los dedicados a “Doctor Who”, “Rowan & Martin's Laugh-In”, “Star Trek”, “The Man From U.N.C.L.E.”, “Here's Lucy”, “The Beverly Hillbillies”, “Dark Shadows”,” Lost in Space”, “The Munsters”, “The Addams Family”, “Time Tunnel” o “The Green Hornet” y muchos más que décadas después continúan atrayendo a adeptos al 3D. Es imposible no coleccionarlas una vez que caen en tus manos.

 
    Tal vez esta última época de finales de los sesenta fue la “dorada” de la View, pero su historia es mucho más  grande, extendiéndose hasta nuestros días. Y, aunque en este artículo a penas estamos rascando la pintura de este fenómeno cultural, no podemos olvidarnos de otros de sus productos mas míticos como lo fueron las novedades fabricadas a partir de 1971: el Talking View-Master (un binocular con audio incorporado), sus series especiales en distintos colores o las incontables series de carretes que alcanzan todas las temáticas imaginables. Si bien es cierto que a partir de los años ochenta la marca ha vivido todo un agotador periplo de compras, ventas y fusiones (de la GAF a Ecko, de Ecko a Toy Company, de Toy Company a Mattel y Fisher Price…) el fenómeno continúa pese a algunos pequeños incidentes de calidad (incluso investigaciones de la EPA por toxicidad de algunos de sus productos). La leyenda continúa… Tras 25 modelos diferentes,  más de 1,5 millones de carretes y alrededor de 65 años después, la existencia de “The National Stereoscopic Association” (NSA)  o de  “International Stereoscopic Union” (ISU) (asociaciones creadas y mantenidas por fanáticos al 3D de todo el mundo) garantizan la conservación de este importante legado cultural. 













































































1 comentarios:

Kos dijo...

Pedazo de artículo. Interesantísimo. No tenía ni puta idea de la existencia de estos aparatitos, por eso he flipado tanto. Procuraré hacerme con al menos uno y conservarlo, porque la verdad es que son encantadores.